martes, 29 de noviembre de 2011

Solidaridad con Cajamarca/ Pronunciamiento del MPP

CAJAMARCA, PERU Y LATINOAMERICA AFIRMAN SU DIGNIDAD  
LA VIDA, LA LLUVIA NO SE VENDEN  
SOLIDARIDAD CON LA LUCHA DEL PUEBLO DE CAJAMARCA CONTRA LA IMPOSICIÓN DEL PROYECTO "MINERO DE LA CONGA"  
 
El MPP, como corriente organizada del movimiento popular peruano, quiere expresar su más profundo respaldo a la causa que hoy moviliza a vastos sectores de la población de Cajamarca. Esta movilización expresa la indignación popular frente a la pretensión de imponer "si o si" el proyecto de inversión de gran minería de Conga. Todos los actores del país debemos tomar conciencia que por el camino de la imposición, del abuso y de uso de la fuerza del Estado, no se pueden lograr más que fracturas y profundización de la violencia y la injusticia social. Así no vamos a ninguna parte.  
  
Hacemos un llamado a todas las fuerzas organizadas, y a los ciudadanos y ciudadanas en general, a movilizarnos de forma continua, pues es la lucha contra el capitalismo "extractivista" que se busca imponer y que afecta y cruza a todo el país.  Esta es una lucha que ha marcado y marcará la lucha social peruana en las últimas y próximas décadas. Desde el Arequipazo, pasando por Bagua, Tía María, Majaz, Tambo Grande, Rio Corrientes  y ahora más recientemente Andahuaylas y Cajamarca. Todo el país invadido por la voracidad de las grandes mineras y petroleras y al mismo tiempo miles y miles de peruanos resistiendo y afirmando su propio camino de desarrollo o Buen vivir.

Los sentimientos y aspiraciones de amplios sectores del pueblo peruano afectados por las grandes empresas petroleras, mineras y otras extractivas, deben leerse como un justo pedido de respeto a sus casas, a sus territorios y fundamentalmente a su derecho a decidir en cualquier situación que afecte significativamente sus vidas y su entorno. Acompañamos y saludamos el valor y dignidad que tienen pobladores, autoridades locales e incluso sectores consecuentes del actual gobierno cuando denuncian el chantaje del lobby minero, sus consultas amañadas y sus estudios de impacto ambiental pagados por "ellos mismos".

El gobierno debe asumir que tiene la ocasión de escuchar la justeza de la causa de los pueblos que resisten a la invasión de las empresas extractivas. Dialogo sí, pero con respeto a los pueblos, con respeto al derecho a la vida y la decisión de la gente. Y con respeto a su derecho de expresar su protesta de modo pacífico.

Ninguna vida humana, ningún sistema de vida, puede calcularse únicamente desde el lenguaje simplista y empobrecedor del "costo-beneficio" y de la "valorización monetaria". Ahora que miles y miles repiten y cantan en toda América Latina los versos de los hermanos de Calle 13 en su canción "Latinoamérica": "No se puede comprar la lluvia, no se puede comprar el sol, no se puede comprar mi alegría, no se pueden comprar nuestras vidas", reafirmamos nuestra principio que sostiene el incalculable valor de la dignidad. La dignidad no forma parte de viejas retóricas izquierdistas o de culturas arcaicas, es más bien es una actitud y una práctica bien concreta que se debe celebrar y practicar en el Perú y en todo el mundo.

Es la hora de la unidad de todos los sectores populares en esta lucha y todas las luchas contra los abusos de las grandes empresas extractivas. Exigimos coherencia al gobierno que prometió la gran transformación.

¡Vivan las luchas del pueblo peruano!

Movimiento por el Poder Popular

Lima, 24 de noviembre de 2011

El país que soñamos/ Movimiento por el Poder Popular












EL PAÍS QUE SOÑAMOS
Luchamos por un país y un mundo socialistas, donde la solidaridad, el buen vivir, el bienestar colectivo, la justicia y el respeto de la diversidad humana y de los sistemas de vida, sean una realidad.


Nos negamos a asumir que el capitalismo depredador y excluyente, y las formas políticas construidas en torno al mismo, sean “el fin de la historia”, la máxima posibilidad de realización de la sociedad humana. Reconocemos que las revoluciones populares triunfantes en el siglo XX constituyeron una esperanza liberadora, a costa muchas veces de un enorme sacrificio individual y colectivo. Pero en esos procesos, la promesa de liberación individual y colectiva no fue satisfecha, el mito del desarrollo, la lógica industrializante que puso a las personas al servicio de la economía, emparentó los proyectos socialistas realmente existentes con el capitalismo.

Hoy asumimos el reto de reinventar la palabra socialismo, de darle nuevos contenidos, nuevas prácticas, nuevos horizontes. Requerimos construir un proyecto de sociedad enraizado en nuestra historia, en nuestra gente, aportando desde nuestras particularidades a la lucha mundial contra el capitalismo hegemónico.

Queremos un país donde las personas puedan trabajar creativamente dentro de una economía justa, diversa, y en armonía con la naturaleza. Donde trabajo y alegría no sean experiencias contrapuestas. Una sociedad en la que todos nos reconozcamos como ciudadanos con derechos y deberes y en la que la diversidad sea reconocida como un valor. Una sociedad donde todos practiquemos una ética solidaria.

Queremos un país donde el hambre, el analfabetismo, el abuso de los poderosos, sean sólo parte de la historia, pero donde todos y todas conservemos la memoria, reflexionando sobre lo que fuimos y lo que aspiramos a ser. La lucha no es sólo contra la opresión política y económica, la liberación de la humanidad tiene múltiples dimensiones, que incluyen la lucha contra el patriarcado y contra todas las formas de discriminación (étnica, religiosa) que bloquean las transformaciones que aspiramos.

Queremos un país donde lo colectivo como valor y como práctica no signifiquen una nueva forma de opresión, sino sean la condición y el incentivo para la realización y la libertad individuales.

El reto del momento es construir alternativas al capitalismo extractivista que nos condena a reproducir una economía dependiente y primario exportadora. Requerimos imaginación y voluntad para encontrar nuevas formas de organización de la economía, de articulación de la sociedad, que enfrente y resuelva los problemas históricos de desigualdad, pobreza y exclusión, pero sin caer nuevamente en la estrechez de la mirada desarrollista, industrializante. No se trata sólo de cambiar el modelo, se trata de cambiar el sistema.

Reconocemos que en este terreno, hoy todavía tenemos más preguntas que respuestas. Pero las preguntas se resuelven en la práctica, no en la contemplación. Construiremos el país y el mundo que soñamos día a día. Nos inspira la utopía, pero creemos que el futuro se construye transformando el presente. La lucha del presente, además, es por superar un orden social y una cultura individualista y agresiva, que corroe la convivencia humana, que genera múltiples opresiones, el desprecio por lo público, el deterioro del ambiente por el consumismo y la búsqueda de ganancias.

Reivindicamos la construcción del Poder Popular como el espacio principal de acción política, como el medio de articulación de hombres y mujeres en un proyecto transformador común y a la vez diverso, heterogéneo. Reconocemos y fomentamos las diversas formas de resistencias y creación de alternativas que son expresión del poder popular. Estas formas están presentes hoy. No requerimos inventarlas, no somos los iluminados que llevamos la luz al pueblo, reconocemos la capacidad de resistencia, creación y transformación de nuestro pueblo, su capacidad de impulsar procesos capaces de cambiar el presente, y de sentar las bases para un nuevo país, para construir otros mundos posibles.

Queremos un país en el que todos y todas participemos activa y organizadamente en los procesos de toma de decisiones, en el que el Estado sea sólo un administrador, pero no el centro del poder ni la fuente de la coerción sobre otros y otras. El poder popular no se agota en una estrategia para la victoria electoral. Requerimos construir nuevas mayorías y nuevas hegemonías, no sólo en el terreno electoral, sino en las múltiples dimensiones de la vida.