martes, 29 de noviembre de 2011

El país que soñamos/ Movimiento por el Poder Popular












EL PAÍS QUE SOÑAMOS
Luchamos por un país y un mundo socialistas, donde la solidaridad, el buen vivir, el bienestar colectivo, la justicia y el respeto de la diversidad humana y de los sistemas de vida, sean una realidad.


Nos negamos a asumir que el capitalismo depredador y excluyente, y las formas políticas construidas en torno al mismo, sean “el fin de la historia”, la máxima posibilidad de realización de la sociedad humana. Reconocemos que las revoluciones populares triunfantes en el siglo XX constituyeron una esperanza liberadora, a costa muchas veces de un enorme sacrificio individual y colectivo. Pero en esos procesos, la promesa de liberación individual y colectiva no fue satisfecha, el mito del desarrollo, la lógica industrializante que puso a las personas al servicio de la economía, emparentó los proyectos socialistas realmente existentes con el capitalismo.

Hoy asumimos el reto de reinventar la palabra socialismo, de darle nuevos contenidos, nuevas prácticas, nuevos horizontes. Requerimos construir un proyecto de sociedad enraizado en nuestra historia, en nuestra gente, aportando desde nuestras particularidades a la lucha mundial contra el capitalismo hegemónico.

Queremos un país donde las personas puedan trabajar creativamente dentro de una economía justa, diversa, y en armonía con la naturaleza. Donde trabajo y alegría no sean experiencias contrapuestas. Una sociedad en la que todos nos reconozcamos como ciudadanos con derechos y deberes y en la que la diversidad sea reconocida como un valor. Una sociedad donde todos practiquemos una ética solidaria.

Queremos un país donde el hambre, el analfabetismo, el abuso de los poderosos, sean sólo parte de la historia, pero donde todos y todas conservemos la memoria, reflexionando sobre lo que fuimos y lo que aspiramos a ser. La lucha no es sólo contra la opresión política y económica, la liberación de la humanidad tiene múltiples dimensiones, que incluyen la lucha contra el patriarcado y contra todas las formas de discriminación (étnica, religiosa) que bloquean las transformaciones que aspiramos.

Queremos un país donde lo colectivo como valor y como práctica no signifiquen una nueva forma de opresión, sino sean la condición y el incentivo para la realización y la libertad individuales.

El reto del momento es construir alternativas al capitalismo extractivista que nos condena a reproducir una economía dependiente y primario exportadora. Requerimos imaginación y voluntad para encontrar nuevas formas de organización de la economía, de articulación de la sociedad, que enfrente y resuelva los problemas históricos de desigualdad, pobreza y exclusión, pero sin caer nuevamente en la estrechez de la mirada desarrollista, industrializante. No se trata sólo de cambiar el modelo, se trata de cambiar el sistema.

Reconocemos que en este terreno, hoy todavía tenemos más preguntas que respuestas. Pero las preguntas se resuelven en la práctica, no en la contemplación. Construiremos el país y el mundo que soñamos día a día. Nos inspira la utopía, pero creemos que el futuro se construye transformando el presente. La lucha del presente, además, es por superar un orden social y una cultura individualista y agresiva, que corroe la convivencia humana, que genera múltiples opresiones, el desprecio por lo público, el deterioro del ambiente por el consumismo y la búsqueda de ganancias.

Reivindicamos la construcción del Poder Popular como el espacio principal de acción política, como el medio de articulación de hombres y mujeres en un proyecto transformador común y a la vez diverso, heterogéneo. Reconocemos y fomentamos las diversas formas de resistencias y creación de alternativas que son expresión del poder popular. Estas formas están presentes hoy. No requerimos inventarlas, no somos los iluminados que llevamos la luz al pueblo, reconocemos la capacidad de resistencia, creación y transformación de nuestro pueblo, su capacidad de impulsar procesos capaces de cambiar el presente, y de sentar las bases para un nuevo país, para construir otros mundos posibles.

Queremos un país en el que todos y todas participemos activa y organizadamente en los procesos de toma de decisiones, en el que el Estado sea sólo un administrador, pero no el centro del poder ni la fuente de la coerción sobre otros y otras. El poder popular no se agota en una estrategia para la victoria electoral. Requerimos construir nuevas mayorías y nuevas hegemonías, no sólo en el terreno electoral, sino en las múltiples dimensiones de la vida.

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