La renuncia de Salomón Lerner al premierato, y el nombramiento de Oscar Valdés en su lugar, cierran una etapa del gobierno de Humala. La interrogante es cuáles serán las características del nuevo periodo. Por las declaraciones y el desempeño del flamante Premier frente a la protestas de Cajamarca contra Minas Conga, así como por las declaraciones del Presidente Humala, ya no sólo se trata sólo de una clara opción a favor del gran capital y las inversiones (“el crecimiento”, en el lenguaje políticamente correcto), sino la entronización de un estilo autoritario en el tratamiento de las luchas sociales: la detención arbitraria de los dirigentes cajamarquinos, la congelación de las cuentas del Gobierno Regional de Cajamarca, además de la declaratoria del Estado de Emergencia, son una advertencia a los líderes, lideresas y movimientos sociales sobre lo que pueden esperar en el futuro.
La formación militar del Presidente y su nuevo Premier son una anécdota, no la causa de este giro autoritario. El agotamiento del Gabinete Lerner evidencia la precariedad de la “mayoría” articulada en la campaña de la segunda vuelta, una mayoría construida en torno a personalidades e individualidades y, probablemente, buenas intenciones, pero, en muchos casos, sin articulaciones ni compromisos claros con las mayorías que aspiraba a representar.
Muestra también el agotamiento de la fórmula de “cambiar algo para que no cambie nada”. La Ley de Consulta y el Gravamen Minero fueron dos gestos importantes. Pero los cambios que aspira la gente requerían más que gestos. Se requería voluntad política para impulsar una reforma del Estado que lo librara de lobistas y funcionarios preocupados más por quedar bien con las empresas que por garantizar los derechos de los ciudadanos. Se requería voluntad política para reimpulsar la descentralización, otorgando verdadero poder y capacidad de decisión a gobiernos regionales, más allá de los temores de los tecnócratas limeños. Se requería voluntad política para reconocer y proteger los derechos laborales. Se requería voluntad política para impulsar los procesos de Zonificación Ecológica y Económica y Planes de Ordenamiento Territorial donde la voz de la gente fuera tomada en cuenta. En fin, se requería voluntad política para tomar en cuenta la voz de los pueblos en las decisiones que concernieran a sus territorios, sus recursos, sus vidas.
El gobierno es responsable de la falta de voluntad política y del poco diálogo con las autoridades y dirigentes cajamarquinos; pero una mayoría precaria y poca voluntad política para imaginar pistas y osar salidas ante la presión de los poderes fácticos, es responsabilidad de todos nosotros, en especial de una izquierda demasiado atada a las sombras de su pasado. Si algo tiene de útil el golpe de timón en el gobierno, es recordarnos que para realizar transformaciones significativas, no basta un líder y una mayoría electoral, ni la maniobra oportuna en la asamblea o el discurso incendiario en la plaza. Requerimos construir nuevas articulaciones, fortalecer organizaciones sociales y organizaciones políticas, aprender a trabajar juntos y juntas más allá de temporales protagonismos, aspiraciones personales o de pequeños grupos. ¡Refundemos la izquierda y avancemos hacia el frente único tantas veces frustrado!
Si el Presidente Humala ha querido dar un mensaje con el nombramiento de Oscar Valdés, debemos prepararnos para responderle desde los movimientos sociales y las organizaciones de izquierda: Señor Presidente, ¡no cejaremos en la lucha por la defensa de los derechos, por la defensa de la vida, de la autodeterminación de los pueblos, por la construcción de una patria diferente!
Movimiento por el Poder Popular
Lima, diciembre de 2011
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