jueves, 23 de junio de 2011

Para cambiar de gobierno/ Carlos Reyna

Un nuevo Presidente no significa automáticamente un cambio de gobierno. Esta idea va contra el sentido común, así que merece alguna explicación.

La elección presidencial hace posible un cambio de gobierno, pero este solo se hace realidad si el Presidente electo conforma un gabinete de ministros que marque sustantivas diferencias con los gabinetes del gobierno saliente.

Claro, puede ocurrir que el nuevo Presidente conforme un gabinete con una composición y una orientación bastante parecidas a las del gobierno anterior. En ese caso, habrá nuevo mandatario pero no nuevo gobierno.

También puede suceder que un Presidente electo disponga un gabinete al gusto de los adversarios a los que derrotó en las urnas. En ese caso, los que eligieron al nuevo Presidente habrán ganado la elección pero perdido el gobierno.

De estas variantes en torno a la subida de un nuevo mandatario y la conformación de un nuevo gabinete están perfectamente enterados quienes suelen merodear los patios interiores del poder.

Por eso el impaciente reclamo de algunos políticos y empresarios para que se designe a un ministro de Economía a su gusto. Ellos saben que el encargado del MEF ha venido siendo la ficha determinante de los gabinetes, una suerte de personificación de la orientación de un gobierno. El verdadero premier, digamos.

Después que ha quedado en evidencia la excesiva precocidad de esta demanda, ahora se escucha otra por parte de los mismos impacientes: que tanto el premier como el ministro de Economía sean figuras “independientes”.

Independientes es la categoría con la que siempre se presentaron a todos los ministros de Economía de los últimos dos gobiernos. Discutible membrete, pues todos ellos siempre estuvieron muchísimo más alineados con ciertos partidos que con otros.

Recordemos el papel de Mercedes Aráoz, PPK y otros colegas suyos, incluido el actual ministro del MEF, en la segunda vuelta.

La última elección tuvo un ganador. El resultado no fue neutro. El mandato del sufragio es que haya no solo nuevo Presidente sino también un gobierno distinto, que rescate a la democracia y a la economía del coto cerrado de unos cuantos. Necesita gabinetes concertadores, sin excesos partidistas, pero no independientes de sus propios compromisos.

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