viernes, 15 de abril de 2011

Islay y la democracia/ Carlos Reyna 06/04/11

Mientras la atención pública se concentra en la elección del domingo, en el Sur el proceso electoral se ensombrece por la violencia social en el Valle del Tambo, en Arequipa.

Miles de agricultores están otra vez en paro contra el discutido proyecto minero Tía María, de Southern Perú. Para impedir el bloqueo de la Panamericana, el gobierno envió miles de policías. También declaró la zona en emergencia para que las Fuerzas Armadas apoyen a la Policía.

Los agricultores, cuyo bastión es el distrito de Cocachacra, marcharon hasta la ciudad de Arequipa y hasta Mollendo, la capital provincial. Hace dos días un choque con la Policía dejó decenas de heridos. Un muchacho de 22 años cayó muerto por bala policial. Mientras esto ocurría, los candidatos Kuczynski y Toledo pasaron cerca, hablando de todo, pero omitiendo decir algo sobre el conflicto.

Esta protesta es una de las más largas que registra la Defensoría del Pueblo. La mayoría del distrito de Cocachacra no quiere las minas de tajo abierto. Es por temor a la contaminación y por la desconfianza que han sembrado Southern y el Ministerio de Energía y Minas. Así se ha expresado en consultas populares y en tres agitados paros desde hace un año.

Dado el rechazo al Estudio de Impacto Ambiental (EIA) presentado por la empresa y acogido por el Ministerio, se tuvo que apelar a su evaluación internacional, realizada por consultores ambientales de UNOPS y PNUMA. Estos hicieron más de 150 severas observaciones, mostrando la poquísima seriedad del Estudio. Efecto colateral: la desconfianza es ya irreversible. Por la paz del valle, lo mejor sería que el proyecto minero se cancele.

Lo de Islay tiene varios antecedentes en el país. En Tambogrande, Ayabaca y Cerro Quilish los proyectos mineros tuvieron que pararse, a veces al precio de mucha violencia. Para prevenirla, habría que democratizar y descentralizar las decisiones de gobierno sobre esos proyectos u otros análogos. Las autoridades subnacionales o las consultas populares deberían tener facultades decisorias sobre ellos.
Por casos como estos, u otros, el Perú tiene el más alto nivel de insatisfacción con la democracia en América Latina. Y por esa razón muchos votarán escépticos este domingo, pues la idea del gobierno del pueblo sigue siendo una promesa  incumplida.

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